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Cómo Usar Correctamente Nuestra Libertad
Todo recae en nuestra libertad.
Dios respeta nuestra libertad a rajatabla. Incluso si nuestra libertad guiada por nuestro ego, nos lleva por el camino errado hacia la oscuridad.
Dios no está de acuerdo con que peques, porque éso te mancha y ensucia a sus ojos… pero te respeta y deja que tú decidas…
Si lo amas, tratarás por todos los medios de no pecar, ejerciendo tú libertad para ese fin.
Una persona que está alejada de la iglesia Católica, no visita al Santísimo, no reza, no se comunica con Dios y que está muy en contacto con el mundo, es muy difícil que el Espíritu Santo lo guíe… porque la persona está distraída y por ende es prácticamente imposible que ésa persona pueda usar correctamente su libertad.
No es fácil…. Ya lo dijo Jesús…La puerta es estrecha…
La libertad bien entendida
La libertad bien entendida es nuestra capacidad de hacer lo correcto. Lo correcto es hacer la voluntad de Dios, o sea cumplir sus mandamientos…. ¡Ése es el sentido de la vida! Estamos a prueba para ganarnos el cielo.
Los mandamientos son el orden natural del hombre.
Dios nos quiere en el cielo con Él, porque nos ama, pero nosotros, cegados por nuestro orgullo, no usamos nuestra libertad correctamente….
Cuando usamos mal nuestra libertad, ésta se convierte en libertinaje… El libertinaje es caos… y en el caos vive el demonio.
No hacer la voluntad de Dios es antinatural, porque estamos diseñados para buscarlo.
Por ende cuando no hacemos la voluntad de Dios hacemos la voluntad del demonio…
Dios no te obliga a amarlo. Somos nosotros los que voluntariamente debemos someter nuestro orgullo antinatural para servirle al Señor.
Nos cuesta entender esto, porque nos mintieron haciéndonos creer que pecar es natural, pero la verdad es que pecar es antinatural, por eso debemos someter nuestra voluntad, para acercarnos a Dios y poner en orden, «natural» nuestra vida.
«Que se haga tú voluntad y no la mía» «Jesús en tí confío» son básicamente el resumen de todo esto. Ser humildes al doblar la rodilla y doblegarse al Señor consciente y voluntariamente es el orden natural del hombre. El orgullo y la soberbia es el idioma del demonio.